Todo comienza bien. Me levanto descansado con esa característica picazón general cuya rascada no recuerdo que nunca fuera tan placentera. Tengo a la familia aún durmiendo y pienso que tengo, al menos, un minuto para disfrutar en soledad de lo afortunado que soy por tenerlos y quererlos y, con un poquito de suerte, ellos pensarán lo mismo en un rato, cuando también se despierten.
Estoy en la cocina, aun desperezándome, y escuchando el sonido de la cafetera mientras el aroma a café empieza a dejar impregnada toda la estancia. Sigo siendo feliz tan sólo dilucidando cómo acompaño al café, si tostada o cereales. ¿Qué más da? Tampoco creo que la decisión pueda estropearme el día.
La familia amanece y la mañana transcurre con normalidad. No hacemos nada especial; sólo aprovechamos para seguir con la cabeza despejada y algún jolgorio encabezado por los niños.
Mi mujer tiene buena mano en la cocina. Nos hace a todos brindar con alegría el momento y, casi sin querer, crece en ti un sentimiento de paz y alegría que significa que todo está bien, que la semana ha transcurrido bien y que no hay motivo para que nada pueda cambiarlo.
¿Seguro? Y entones que es lo que me pasa. Yo debía estar tranquilo, satisfecho y feliz. Sin embargo hay algo que perturba mi sosiego, algo que se atreve a alterar mi karma, mi yin y mi yang. SI le dedico un segundo a pensar el origen del sentimiento quizás no me guste lo que averigüe pero es necesario, importante, imperativo, saber qué es.
Y si, lo supe, dí con la clave porque ya lo había vivido antes. Mañana............es LUNES.
Gracias.
Eso no le pasa a los polis, bomberos, doctores, enfermeras, auxiliares de enfermería, vigilantes de seguridad, camareros, cocineros, acomodadores de cine, autobuseros, metreros, ...
ResponderEliminarLeñe, que me quedo sin aire.